miércoles, 18 de noviembre de 2009

COLABORACIONES


TINCHERA CUBANA
Con mucho placer compartimos con los lectores de Trincheracubana.net estas Cápsulas Martianas, donde publicamos de forma sencilla y amena el verdadero pensamiento martiano. Mediante hechos, anécdotas, pensamientos, vivencias de la vida productiva, patriótica y heroica de José Martí contribuimos modestamente, a mantener vigente el pensamiento de nuestro querido apóstol.

Agradecemos a todos los que lo deseen nos ayuden a divulgar estas cápsulas en su blog, páginas web o listas de amigos.

Martí, cronista deportivo
Delfín Leyva


Hace muchos años, un amigo me dijo: “Por más que leo a Martí, nunca termino de conocerlo, frecuentemente conozco más facetas en su vida”. Algunos lectores pensarán así al ver lo escrito por el ya fallecido profesor y escritor cubano Roberto Agramonte, en el libro Las doctrinas educativas y políticas de Martí.

La gimnasia y el espíritu, la esgrima

Martí no sólo aboga por la educación intelectual, sino también por la física; y considera el gimnasio como “fábrica mágica, que es en verdad fábrica de vida”. He aquí un concepto que coincide con el de la gimnasia yogui; pues según los milenarios médicos e higienistas hindúes, el cuerpo es el templo del alma. Y hay que cuidarlo ejercitándolo -en virtud del Hatha Yoga- hasta en sus más finas y recónditas fibras; y su sanidad o insanidad física repercute lógicamente en lo mental. Martí, en efecto, sostiene que “el ejército físico desarrolla la abnegación, el dominio de sí y la serenidad en las desgracias” (Lex, II, 539). Cree a este tenor también que la esgrima ejerce un poder mental disciplinante, pues “aumenta y ordena las facultades del hombre” (14-114). Acaso el joven Pepe -que alguna vez envió, así al general Collazo, su justa esquela de desafío- recibió clases de esgrima; y alguna vez cita con familiaridad -aunque lo aplica en forma de imágenes- a la esgrima en el careo de juicios orales -floretes relucientes, “estoques de oro”, “el alma áurea” (27-197). En efecto, en la reseña del proceso Guiteau, de ese magnicida, se lee: “latiguea el arma de Scoville como estoque de oro o estoque de plomo. Mas no ceja el humilde estoquillo, y se tiene firme en la mano provinciana, y estremece en su puño el arma áurea: ¡qué no pudiera yo haceros ver el hermoso combate!” (27-197).

Martí cronista de deportes

Nada más justo y sagaz puede decirse de esa mutua acción -a través del ejercicio físico- entre cuerpo y espíritu. Por otra parte, en abril de 1882, nuestro escritor habla de la última apuesta de los caminadores de Nueva York. Otras veces habla del baile, y así informa cómo Franz Hilmar introdujo la polka entre los modernos divertimientos sociales en Praga (S.C. 62). Y en Escenas Norteamericanas describe importantes contiendas de boxeo, y habla del famoso jockey Johnny Murphy (Lex, II, 527). Y, en efecto, Martí fue cronista del deporte de los púgiles. En “Cartas de Nueva York”, de 17 de febrero de 1882, describe nuestro cronista de boxeo -nueva faz del polifásico criollo- una pelea de premio entre Ryan, gigante de Troya en arreos blancos, y el mozo de Boston, con apuestas por más de $300,000. Refiere cómo un Mc Coy mató en el combate de puños -digamos que en ese tiempo los guantes no estaban acolchonados como hoy- a un Chris Lilly; y se refiere a cuando Hyer venció a Sullivan -sobrenombre, digamos, de John Lawrence (1858-1918), el campeón norteamericano; y “en la pelea de huracán se encendieron luminarias en Park Row”, y se puso este cartel: “Tom Hyer, campeón de América”. Y refiere cómo Jones al pelear con Mc Cooli recibió un irreparable golpe en la frente.

Martí, en sus Escenas Norteamericanas, comenta todo lo que ven sus ojos que es interesante de contar a su público lector de Norte y Sud América. Habría sido -y fue- un excelente cronista deportivo, y no usó términos del deporte ingleses, sino que los transvasó a neto castellano -legado para los actuales cronistas. Se refiere al pugilador Maceque pelea contra Allen (Lex, I, 1447); y a Morris que pelea contra Heenan. Pero la conclusión del visualizador foránedo del boxeo de esa época es un tanto adversa a ese deporte de circo romano que tanta vigencia tiene hoy. Dice que “la sangre ha teñido de rojo las arenas del Mississippi”. Y reflexiona así al respecto: Es este pueblo como grande árbol; tal vez es ley que en la raíz de los árboles grandes aniden los gusanos” (Lex, I, 1447-8). El vitalismo martiano es un raciovitalismo; mejor, un vitalismo sano, pero rechaza lo brutal, cruel y extremado. Igual el de Montalvo.

No hay comentarios: