lunes, 5 de octubre de 2009

POR QUÉ EL EMPODERAMIENTO CIUDADANO
Hoy a las 4:00
Por: José Gabriel Ramón Castillo En su libro “El Espíritu de las Leyes”, Montesquieu, plantea la tesis de los tres poderes (Legislativo, Ejecutivo y Judicial) e incluso de un cuarto poder regulador que moderara a los poderes anteriores. El concepto del cuarto poder surgió en el siglo XIX donde en varios países se estableció una instancia intermediaria entre la monarquía absolutista y la monarquía constitucional y parlamentaria. Fue la simiente de los sistema monárquico – parlamentario, parlamentario y semipresidencialista adoptado en la actualidad por más de 150 países en el mundo. En Cuba con la constitución del 40 se estableció el sistema semipresidencialista. Desde luego, proveniente de la España monárquica, la influencia presidencial de los EEUU y haber pasado una década convulsa, en el espíritu de los constituyentes de la II República, estaba dotar a la nación con una carta magna acorde a los nuevos tiempos pues el mundo corrían las doctrinas fascista y nazista. Cuando se habla de la constitución del 40 sus defensores casi siempre hacen alusión a la parte de los derechos individuales y a su aporte a la Declaración Universal de Derechos Humanos en referencia al tercer considerando tomado casi textualmente de la constitución cubana. Sin embargo, esta parte del cuarto poder intrínseca en esta constitución con la figura del presidente, poder supremo, y el poder moderador en la representación del primer ministro nunca se dice nada. En 1959 cuando triunfa la “Revolución” vuelve a regir unos días la constitución del 40. Estuvo vigente hasta que Fidel hace su famosa proclama y establece la Ley Fundamental muy parecida a los Estatutos Constitucionales establecido por Fulgencio Batista tras el golpe de Estado de 1952. Este hecho marcó un punto de inflexión en el proceso democrático que se acababa de iniciar y dejó claramente expuesto que la idea de la regulación y moderación dentro de la institución del Estado no tiene perspectiva alguna desde entonces. Hoy en día la idea de la regulación y la moderación está asociada a la soberanía de la nación. De la soberanía nacional, donde está incluida la soberanía popular aunque muchos se empeñen en separarla para sus beneficios políticos, parten los presupuestos del poder. La voluntad libre y soberana de los ciudadanos constituye la voluntad de la nación sobre la que se erigen sus instituciones. La soberanía es indivisible pero se puede ver en dos vertientes: soberanía interior y soberanía exterior. Internamente los ciudadanos deciden libremente la forma de gobierno, eligen sus representantes con facultades para emitir leyes y hacerlas cumplir. En cuanto a la soberanía exterior está relacionada con la igualdad entre todos los Estados y pueblos. La soberanía constituye el poder supremo de la nación y todo cuanto se establezca al margen de ese poder no tiene legitimidad. Este principio puntualiza el hecho de la ilegitimidad del régimen castrista refrendado solamente por una parte de los ciudadanos, la otra parte, 2,5 millones de cubanos fuera del país nunca han participado en el proceso electoral. En Cuba está secuestrada la soberanía nacional y lo confirmó la manera como se aprobó la Reforma Constitucional de 1992. El pueblo no participó de ninguna manera en el proceso constitucional teniendo como protagonista a la Asamblea Nacional del Poder Popular una institución del estado totalitario dependiente del partido comunista órgano rector en la sociedad cubana. La sociedad políticamente no funciona cuanto la institucionalidad descansa en el poder omnímodo del Estado. La economía y la sociedad civil están relegadas a un segundo plano trayendo disimiles problemas. Las personas tienen la idea de que el Estado lo es todo y sin el estado no se puede vivir de ahí el dependentismo ciudadano y el inmovilismo social consuetudinariamente presente en la vida de las personas hace cincuenta años. En el marco constitucional son imposibles los cambios democráticos cualquier iniciativa ciudadana, tan siquiera para reivindicar algún tipo de aspiración civil, choca contra el blindaje totalitario de la constitución y la institucionalidad establecida. “El socialismo y el sistema político y social revolucionario establecido en esta Constitución -dice el artículo 3 de la constitución- , probado por años de heroica resistencia frente a las agresiones de todo tipo y la guerra económica de los gobiernos de la potencia imperialista más poderosa que ha existido y habiendo demostrado su capacidad de transformar el país y crear una sociedad enteramente nueva y justa, es irrevocable, y Cuba no volverá jamás al capitalismo”. En estos precisos momentos se persigue toda manifestación de disidencia, se condenan a las personas por tratar de subsistir y existe un estado de excepción cuando solo han ocurridos fenómenos naturales cuyos estragos están siendo resarcidos gracias a la ayuda internacional y a los millones de cubanos en el mundo que envían recursos a la Isla. Desde la soberanía individual hasta la soberanía nacional, tema para una buena campaña, se debe impulsar la fuerza transformadora del poder ciudadano, visto en muchas partes en los últimos 40 años. El pasado año, en lugares tan diferentes como Austria y Paraguay el poder ciudadano en su expresión consustancial el ejercicio cívico estuvo presente cambiando la situación imperante. En Nicaragua le puso freno al despotismo y dejó las cosas muy claras: el caciquismo murió y hay que gobernar a favor de las personas. En Venezuela relegó al populismo chavista a segundo plano sino no hubiese ocurrido el rechazo a la Constitución presentada por Chávez aunque haya ganado después el referéndum sobre su posible prorrogación en el poder. Los principales centros poblacionales en Latinoamérica decidieron apostar por gobiernos democráticos y el ejemplo más elocuente está en Panamá con la elección del millonario Ricardo Martinelli. En Europa el poder cívico camina por las calles ora castigando a Gobiernos irresolutos ora demostrando hasta dónde está dispuesto a llegar si no se resuelven los problemas haciendo valederos proyectos conservadores como ocurrió en las recientes elecciones europeas. Este hecho se veía venir con lo ocurrido en Islandia donde se demostró la fragilidad del proyecto europeísta. Son otros tiempos. Tiempos de cosechas para los que han sabido sembrar y cultivar y tiempos convulsos para los que sembraron y cultivaron vientos y tempestades como el régimen iraní. El régimen castrista ha sido un gran sembrador y cultivador de problemas y dificultades y no hay otra alternativa que la vía cívica no violenta, como ha venido haciendo el Movimiento No Violento Cubano para subvertir el sistema impuesto. El camino cívico, el empoderamiento ciudadano, es el única vía posible para que los cubanos no posterguen más sus esperanzas y concreten un proyecto único de acción que les permita construir una nueva vida y una sociedad mucho mejor. Publicado en la Revista Hispano Cubana/Número 34/ Primavera- Verano 2009

No hay comentarios: