domingo, 7 de junio de 2009

TRINCHERA CUBANA

Delfin Leyva


Así Castro impuso la censura de prensa en Cuba
Este editorial lo dedicamos a los hermanos venezolanos, muy especialmente al interesante foro informativo que pertenezco y que con mucho acierto conduce María Margarita: Venezuela es No Endosable.

Ante el cierre, hace dos años, de Radio Caracas Televisión y el acoso que diariamente mantiene el dictador Chávez sobre el valiente y patriótico canal Globovisión, los venezolanos y el mundo libre observan con preocupación como se está imponiendo poco a poco la censura de prensa en este hermano país. Ante esta situación, muchos se preguntan ¿cómo fue que el tirano Castro sometió al pueblo cubano a la más férrea censura de prensa que jamás se haya establecido en América? El propósito de este editorial es recordar aquellos desdichados días.

Castro llegó al poder el 1 de enero de 1959, con el respaldo casi total del pueblo cubano, incluyendo a la prensa nacional. Ante lo que en aquel entonces algunos llamábamos “infiltración comunista”, periodistas y estudiantes de periodismo comenzamos a denunciarlo. Posiblemente entre los medios que después de transcurrido los primeros meses más se enfrentó al régimen fue el Diario de la Marina, cuyo director, José Ignacio Rivero, era catalogado como de extrema derecha. Este periódico cumplía 128 años de publicación ininterrumpida. Otro de los periódicos de circulación nacional que empezó a criticar el gobierno fue Prensa Libre, quien era dirigido por un periodista sin tacha y que de buena fe había apoyado a la revolución: Sergio Carbo. Al final del primer año de Castro en el poder ya eran varios los periódicos y comentaristas radiales que denunciaban al país la tendencia comunista de la revolución. Abel Mestre, propietario de la más exitosa empresa de radio y televisión del país (CMQ) declaró en el programa televisivo Ante la Prensa “que Castro llevaría a Cuba al totalitarismo”.

El 2 de enero de 1960, Castro decide no tolerar más las críticas de los medios de comunicación y comienzan las “coletillas”, de triste recordación. Como dijera Castro luego “no me atreví al principio a confiscar todos los medios”.

¿En qué consistían las coletillas? En cada periódico había una persona o más que se dedicaban a implementarlas. Debajo de cada noticia, artículo o columna de un periodista que expresaba una crítica al gobierno, el censor escribía: “esto que se dice aquí no se ajusta a la verdad”. A veces las coletillas casi contestaban refutando lo expresado por el periódico. El lector podrá tener una idea de lo indignante que era para un periodista o dueño de periódico que debajo de su artículo apareciera algo tan insultante y provocador como una coletilla.

El 11 de mayo de 1960, un numeroso grupo de hombres, fusil en mano, llegaron a las instalaciones del Diario de la Marina y confiscaron el periódico. Su director se asiló en la embajada del Perú. La claque comunista se apoderó de la escalinata de la Universidad de La Habana y allí anunciaron al pueblo, al mismo tiempo que efectuaron un entierro simbólico, que el Diario de la Marina había muerto.

El 14 de mayo, Humberto Medrano, subdirector del diario Prensa Libre, fundado en 1941, escribe un formidable artículo titulado “Los enterradores”, entre otras cosas decía: “es doloroso ver enterrar la libertad de pensamiento en un centro de cultura, es como ver enterrar un código en un tribunal de justicia... pero lo más doloroso es ver que con esos entierros vergonzosos de la libertad de expresión están enterrando los principios por los que tanta sangre se ha derramado en nuestro suelo desde la Guerra de la Independencia... y como siguen por ese camino, terminarán enterrando la revolución.”

El 15 de mayo, Castro comparece al canal 2 de televisión y comentó la confiscación del Diario de la Marina y además de decir “éste es el único mal que ha durado 100 años en Cuba”, dictó una sentencia que empezaría a ejecutarse al otro día. “Lo que debimos hacer fue confiscar todos los periódicos, pero no quisimos para que no nos consideraran intolerantes o enemigos de las libertades” y añadió “lo que le pasó al Diario de la Marina le tiene que pasar a todos los periódicos contrarrevolucionarios.”

El 16 de mayo, al otro día de hablar Castro, llegó una turba enardecida, acompañados por testaferros del régimen al edificio del diario Prensa Libre y se apoderaron del periódico que había combatido a la dictadura de Batista y apoyado a la revolución.

A continuación leerán mi último artículo publicado en Cuba, a sólo 11 meses del triunfo de la revolución. Las turbas comunistas me hicieron un acto de repudio en mi casa y en un sarcófago quemaron las revistas que se vendían en los puestos de periódicos y que ellos habían confiscado previamente. Luego fueron a la plaza pública de la ciudad de Holguín, hicieron otro entierro simbólico y declararon “muerta” a Patria Holguinera.

Como podrá comprobar el lector, este es un artículo de los miles que se publican en la democracia, pero para los tiranos, esto constituye un delito
Así Castro impuso la censura de prensa en Cuba

Este editorial lo dedicamos a los hermanos venezolanos, muy especialmente al interesante foro informativo que pertenezco y que con mucho acierto conduce María Margarita: Venezuela es No Endosable.

Ante el cierre, hace dos años, de Radio Caracas Televisión y el acoso que diariamente mantiene el dictador Chávez sobre el valiente y patriótico canal Globovisión, los venezolanos y el mundo libre observan con preocupación como se está imponiendo poco a poco la censura de prensa en este hermano país. Ante esta situación, muchos se preguntan ¿cómo fue que el tirano Castro sometió al pueblo cubano a la más férrea censura de prensa que jamás se haya establecido en América? El propósito de este editorial es recordar aquellos desdichados días.

Castro llegó al poder el 1 de enero de 1959, con el respaldo casi total del pueblo cubano, incluyendo a la prensa nacional. Ante lo que en aquel entonces algunos llamábamos “infiltración comunista”, periodistas y estudiantes de periodismo comenzamos a denunciarlo. Posiblemente entre los medios que después de transcurrido los primeros meses más se enfrentó al régimen fue el Diario de la Marina, cuyo director, José Ignacio Rivero, era catalogado como de extrema derecha. Este periódico cumplía 128 años de publicación ininterrumpida. Otro de los periódicos de circulación nacional que empezó a criticar el gobierno fue Prensa Libre, quien era dirigido por un periodista sin tacha y que de buena fe había apoyado a la revolución: Sergio Carbo. Al final del primer año de Castro en el poder ya eran varios los periódicos y comentaristas radiales que denunciaban al país la tendencia comunista de la revolución. Abel Mestre, propietario de la más exitosa empresa de radio y televisión del país (CMQ) declaró en el programa televisivo Ante la Prensa “que Castro llevaría a Cuba al totalitarismo”.


El 2 de enero de 1960, Castro decide no tolerar más las críticas de los medios de comunicación y comienzan las “coletillas”, de triste recordación. Como dijera Castro luego “no me atreví al principio a confiscar todos los medios”.

¿En qué consistían las coletillas? En cada periódico había una persona o más que se dedicaban a implementarlas. Debajo de cada noticia, artículo o columna de un periodista que expresaba una crítica al gobierno, el censor escribía: “esto que se dice aquí no se ajusta a la verdad”. A veces las coletillas casi contestaban refutando lo expresado por el periódico. El lector podrá tener una idea de lo indignante que era para un periodista o dueño de periódico que debajo de su artículo apareciera algo tan insultante y provocador como una coletilla.

El 11 de mayo de 1960, un numeroso grupo de hombres, fusil en mano, llegaron a las instalaciones del Diario de la Marina y confiscaron el periódico. Su director se asiló en la embajada del Perú. La claque comunista se apoderó de la escalinata de la Universidad de La Habana y allí anunciaron al pueblo, al mismo tiempo que efectuaron un entierro simbólico, que el Diario de la Marina había muerto.

El 14 de mayo, Humberto Medrano, subdirector del diario Prensa Libre, fundado en 1941, escribe un formidable artículo titulado “Los enterradores”, entre otras cosas decía: “es doloroso ver enterrar la libertad de pensamiento en un centro de cultura, es como ver enterrar un código en un tribunal de justicia... pero lo más doloroso es ver que con esos entierros vergonzosos de la libertad de expresión están enterrando los principios por los que tanta sangre se ha derramado en nuestro suelo desde la Guerra de la Independencia... y como siguen por ese camino, terminarán enterrando la revolución.”

El 15 de mayo, Castro comparece al canal 2 de televisión y comentó la confiscación del Diario de la Marina y además de decir “éste es el único mal que ha durado 100 años en Cuba”, dictó una sentencia que empezaría a ejecutarse al otro día. “Lo que debimos hacer fue confiscar todos los periódicos, pero no quisimos para que no nos consideraran intolerantes o enemigos de las libertades” y añadió “lo que le pasó al Diario de la Marina le tiene que pasar a todos los periódicos contrarrevolucionarios.”

El 16 de mayo, al otro día de hablar Castro, llegó una turba enardecida, acompañados por testaferros del régimen al edificio del diario Prensa Libre y se apoderaron del periódico que había combatido a la dictadura de Batista y apoyado a la revolución.

A continuación leerán mi último artículo publicado en Cuba, a sólo 11 meses del triunfo de la revolución. Las turbas comunistas me hicieron un acto de repudio en mi casa y en un sarcófago quemaron las revistas que se vendían en los puestos de periódicos y que ellos habían confiscado previamente. Luego fueron a la plaza pública de la ciudad de Holguín, hicieron otro entierro simbólico y declararon “muerta” a Patria Holguinera.

Como podrá comprobar el lector, este es un artículo de los miles que se publican en la democracia, pero para los tiranos, esto constituye un delito

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